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Psicofisiología

La mayoría de las patologías que observamos en el día a día de la clínica conllevan alteraciones físicas. Es habitual observar cómo pacientes con ansiedad, estrés o depresión muestran alteraciones respiratorias, musculares, osteoarticulares, gastrointestinales, dermatológicas, del sueño, hormonales, etc… Una parte importante de la práctica psicológica es la observación y tratamiento de estas alteraciones para la correcta y completa evolución del paciente. 

No debemos olvidar que el cerebro es el “centro operaciones” del cuerpo y, cuando éste se altera, puede alterar a su vez el funcionamiento de cualquier órgano del cuerpo, produciendo así problemas físicos. 

Aunque es habitual que, solucionada la causa psicológica de la patología física, ésta desaparezca (por ejemplo, desaparecido el estrés, desaparece el insomnio) hemos comprobado cómo el tratamiento específico de esas alteraciones físicas acelera y mejora la evolución de la patología psicológica. Es simple: si físicamente nos encontramos mejor, psicológicamente también. 

Por ello prestamos atención a estas variables físicas. Es lo que habitualmente se conocen como somatizaciones, o medicina Psicosomática. Cuando un problema físico tiene una raíz psicológica, no quiere decir que sea inventado o que no exista salvo en la mente de la persona, quiere decir que el origen de esa dolencia física es una patología psicológica.

Muchas personas que sufren ansiedad pueden tener la sensación de que les cuesta respirar profundamente. Es una dolencia real que tiene que ver con el diafragma (un músculo parecido a un paraguas que separa los pulmones y el corazón del resto de vísceras de la cavidad abdominal: estómago, páncreas, hígado, etc…). Con ansiedad, una persona no respira normalmente; tiende a hacerlo más rápidamente y con menos profundidad. Como consecuencia, el diafragma pierde elasticidad y se “bloquea” o “contrae” causando la sensación de que nos cuesta respirar profundamente. Sin embargo, no es una sensación, sino algo real que se puede tratar con técnicas de fisioterapia y ejercicios específicos para liberar y devolver al diafragma su elasticidad normal. Éste es sólo un ejemplo de los problemas que tratamos desde el ejercicio de la psicofisiología.

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